Hay una forma escondida en las palabras
que dotan a la vida de expresiones desbordadas,
a veces malolientes, como buitres de encinas con la seca,
como rocas moldeadas por un amasijo de huesos con
ramas
al borde de la carretera.
Un sol de febrero rodeado de ejércitos de nubes
y de aves que huyen del invierno…
Y hay una hechura de letras bordadas con diseño
que acuñan palabras con ojos vivientes, cargados de
olivares,
sierras por donde baja generosa el agua fresca
y se oye el trino de pájaros que anidan en las copas.
Los nombres, no necesito saber de dónde vienen,
ni cómo hablan, ni cómo sienten, ni cómo hieren…
©Pilar
Fernández Bravo
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