La mesa donde escribo
se ha convertido en piel,
en una constelación
en una constelación
de tatuajes y de heridas
como las que dejan la hoja en blanco,
la escasez de palabra
o el duermevela.
Ya no es de madera la mesa,
es de hueso y carne,
de cielo y yerba,
de deseos y sueños.
De madreselvas.
La mesa donde escribo
está hecha de latidos
está hecha de latidos
y ventanas abiertas.
©Pilar
Fernández Bravo
Porque nuestra vida se basa en nuestras vivencias y en nuestros sueños.... :)
ResponderEliminarAsí es, un beso, preciosa :)
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