La poesía es una de las expresiones más puras de la libertad de la lengua.
Es un elemento constitutivo de la identidad de los pueblos; encarna la energía
creativa de la cultura en su facultad de renovarse sin cesar.
Esa modernidad de la poesía se transmite de generación en generación, en
los textos consagrados de los grandes autores y en las obras de poetas
anónimos. Debemos transmitir ese legado -el de Homero y Li Bai, el de Tagore,
Senghor y miles de otros- como testimonio vivo de la diversidad cultural de la
humanidad. Debemos hacerlo fructificar a nuestra vez, como fuente de
enriquecimiento lingüístico y de diálogo.
Al celebrar el Día Internacional de la Poesía, la UNESCO quiere también
promover los valores que ella transporta. Porque la poesía es un viaje: no un
viaje fuera de la realidad, sino frecuentemente a lo más íntimo de las
emociones, las reivindicaciones y las esperanzas de las personas. La poesía da
forma a los sueños de los pueblos y a las expresiones más altas de su
espiritualidad; la poesía da también valor para cambiar el mundo.
Los poetas de todos los países han dejado versos imperecederos por la
defensa de los derechos humanos, la igualdad entre hombres y mujeres, el
respeto de las identidades culturales. Libertad, yo escribo tu nombre,
escribió Paul Éluard. También hoy la poesía es portadora de un hálito de
libertad y dignidad frente a la violencia y la opresión. Por todas estas
razones, la UNESCO respalda a los poetas y a cuantos editan, traducen, imprimen
o difunden la poesía. Lo hacemos mediante la protección de la diversidad de las
expresiones culturales y la conservación de las recitaciones poéticas inscritas
en el patrimonio cultural inmaterial de la humanidad, como otras tantas maneras
de embellecer nuestro mundo y construir la paz en la mente de los hombres y de
las mujeres.
Irina Bokova
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