“Con sigilo sabré deslizarme”.
(Walt Whitman)
Hoy has llegado
como el tren
de medianoche.
La miras, y
respiras del aire
que encierra
su secreto.
Su horizonte
es la noche
y el tuyo la
luz del día.
Ya no te
quedan palabras para ella
y pronto pasa
el momento del obsequio,
de la dulce
obligación.
Te exilias
de su cuarto.
La quieres
pero no la quieres.
El amor
también se cansa.
Los cubiertos
tañen melodías cotidianas
mientras ella
se queda tras el visillo de la vida,
como sombra recostada
en la pradera.
Como árbol
seco que no echará raíces.
Ya sus manos
están vacías, y se prepara
[para el viaje sin ti
Cuando
vuelvas, quizá
tus besos rocen
sus mejillas
o sus labios,
como un gesto
de último homenaje.
Luego, tu
boca estará cerrada de ella,
y ya no le
guardarás ausencia.
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