Imagen: Universidad de Cambridge.
Se esconde una ingeniería en el beso,
una técnica de hierros fundidos
al calor de los labios,
latidos en horno atemporal
y preciso.
Un amasijo de fluidos con vida propia,
imprecisa tal vez, pero cercana,
más que el aire
más que la piel
mucho más que las manos
que desbrozan con pulsiones
los andamios de la espalda.
Una mecánica que licua los sentidos
y huye del frío
y hace estallar la leña
con palabras de lava
susurradas.
©Pilar F. Bravo
No hay comentarios:
Publicar un comentario