Los amantes se
refugian en los pórticos de la noche
Y se desean
entre las piedras, hambrientos, como sombras de luna
Se aman con la
incertidumbre del mañana
Y no suelen
quemarse con las brasas de la culpa
Pero un día el
amor se vuelve fácil, reniegan de la llana senda sin apuestas
Y retornan a
sus casas dejando la pasión en la vereda
Nada es
eterno, ellos lo saben. Maldicen los días gloriosos
Y los
recuerdos se vuelven sables de besos envenenados
Hasta que
olvidan que la vida es una rueda
Y regresan a
los caminos con el hatillo de amor a cuestas
©Pilar Fernández Bravo
Qué verdad más grande!! Muy bonito ;)
ResponderEliminarGracias ANNaBel. Sí, estoy de acuerdo. ADemás, la vida es una rueda y a veces lo olvidamos.
ResponderEliminarUn abrazo