Alda y la narradora, que es su cuñada, juntas durante un año luchando contra la adversidad. Dos historias que se van entrelazando con la inteligencia y la sabiduría de la escritora, a lo largo de la novela. Como ingredientes principales: la enfermedad, un cuaderno, una casa azul y Mildred, la amiga incondicional de la narradora, que jugarán un papel muy importante. Un hermoso testimonio de cómo sobrevivir, apoyándose en el amor y en las pequeñas cosas. Una luz que nos guía hacia la esperanza y nos enseña el valor de la verdadera amistad. Una escritura impecable. Un libro maravilloso.
El malestar de la felicidadTreinta relatos y microrrelatos conforman el libro. Historias valientes que hablan de las relaciones familiares, del dolor, de la madre, del padre, del poder en los roles de la familia, del silencio que rodea la vida cotidiana de puertas para adentro; a veces, también de puertas para afuera. Purificación nos adentra en un mundo de emociones donde es fácil identificarse con los personajes. Utiliza palabras que rezuman elegancia y sensibilidad, que acaban atrapando al lector. Una escritura que fluye en silencio mostrando de cerca a los protagonistas, los objetos, los paisajes... con el sosiego al que nos tiene acostumbrados, aunque lo que esté contando sea triste y doloroso. Un libro que os recomiendo porque no os dejará indiferentes.
-https://youtu.be/SqC5rDYzh4Q
del colectivo malagueño
Tengo mi espacio para escribir en casa.
Siempre el mismo sitio y escribo a mano
- Sobre La raíz de la memoria: ¿Quién no querría tener cerca una casa azul y una amiga que nos acompañara sin juzgarnos?Un libro que nos reconcilia con el ser humano, nos alumbra e invita a mirar detenidamente las cosas que tenemos cerca. Un libro que invita a amar, como decía Blake, sin ayuda de nada. (ISABEL BONO)
- La raíz de la memoria, es una novela que contiene, como una lata, escenas que se derriten en la boca. Una caja de magdalenas. El tiempo volviéndose migajas. La raíz de la memoria es delicadeza sin ser fragilidad. Como toda buena novela es viaje. Un viaje de verano que torna en nostalgia. (FRANCISCO RAPALO)
- Las historias de Purificación García nos desnudan porque nos reconocemos en sus personajes, nos muestran tal y como somos cuando nadie nos mira. Aun así, nos dejan un regusto de paz. (ISABEL BONO)
- El malestar de la felicidad hurga en lo que somos como si no temiera al miedo, con una sensibilidad y una delicadeza extraordinarias. (ISABEL BONO)
- Es imposible no reconocerse en alguno de sus personajes, al dejarse llevar por la belleza de una poesía que, en sus tres libros, se presenta con la contundencia de la prosa. (ANDREA CENTENO)
- El malestar de la felicidad es un libro extraordinario (MARU SAN MARTÍN)
- Las letras de Puri son tan apasionantes que uno no puede dejar de leerlas. (VALERIA VILLA)
- Leer 𝓔𝓵 𝓶𝓪𝓵𝓮𝓼𝓽𝓪𝓻 𝓭𝓮 𝓵𝓪 𝓯𝓮𝓵𝓲𝓬𝓲𝓭𝓪𝓭 nos acerca a una narrativa intimista, cercana, reconocible por cualquier lector. (ASUNCIÓN CABELLO)
- https://youtu.be/LKXZ5JmQd6k ACTRICES SECUNDARIAS. RTVE CÁDIZ
- https://youtu.be/mfPMLhRZXhw la poética del agua, de actrices secundarias CARMEN SIMONET
- https://youtu.be/DiViAKdEFDg La raíz de la memoria (Gema Lutgarda, escritora)
- https://youtu.be/GQZz1jBzsUU LA RAIZ DE LA MEMORIA (ESTHER ARRIBAS LORENZO Y MERCEDES HERRERO CONDE)
- https://youtu.be/3yTMmwtxvOY LA RAIZ DE LA MEMORIA (BIBLIOTECA DE MÁLAGA) PRESENTACIÓN DEL LIBRO
ENTREVISTA
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Tallar a nuestros personajes conlleva un caudal de emociones fuerte porque nos ponemos en su piel |
Pilar Fernández Bravo.: Háblame de ti, qué haces, desde cuándo eres escritora y si hay un antes y un después de tu primer libro publicado. ¿Eres la misma después de tus actrices secundarias?
Purificación García Díaz: Hola, Pilar. Agradecer primero tu interés en entrevistarme. Un honor y un lujo para mí. Pues mira, soy la misma que he sido siempre, pero con unos cuantos años más. Sí ha marcado para bien mi vida publicar. Antes escribía para guardar las letras en mis cuadernos, en los cajones. Y No cuidas tanto lo que escribes porque era algo para ti solamente. Ahora compartes, que es siempre muy reconfortante y el hecho de compartir te hace que los mimes más. Tengo nuevos retos, muchas ganas de seguir aprendiendo. Por lo demás, mi trabajo sigue siendo el mismo, y mi vida la misma. Escribo, pero al escribir y publicar siento una responsabilidad mayor por lo que hago. A veces sientes vértigo, cuando dejas el libro en la editorial, alegría, temor…, pero estoy disfrutando mucho de este camino.
P.F.B.: El honor y el lujo es para mí por entrevistar a una escritora como tú, una escritora con mayúsculas. Y dime, ¿Siempre quisiste ser escritora? Y de ser así quién o qué tuvo la culpa de que se te despertara la vena de la escritura.
P.G.D: No. Nunca pensé, ni dije: de mayor quiero ser escritora. Mi pasión por escribir nace del amor por la lectura y de los cuentos que me contaba mi madre, de pequeña, para los que muchas veces debía inventar diferentes finales. Como un juego. Después llegaron las cartas que escribía cada noche desde el internado, al que llegué con nueve años. Siguieron los diarios, que aún guardo y colecciono. Yo quería ser bailarina y quería cantar. En casa siempre había música y mis padres bailaban muy bien, no sé si eso tenga algo que ver, pero improvisaba escenarios y bailaba sobre arcones enormes que había en la casa del pueblo. Lo de escribir lo veía algo necesario para mí, algo natural eso de contarme historias a mí misma, y nunca pensé que pudieran tener importancia para los demás. Yo lo hacía como algo íntimo. Recuerdo que una vez en el colegio, en la clase de labores, quise coser unas cuantas hojas de esas que yo escribía a mi madre por las noches, y armar con ellas un pequeño cuaderno. El resultado fue tremendo porque las monjas me lo rompieron y lo perdí, claro. Pero seguía reuniendo cartas que no era más que una forma de comunicarme con mi madre, con mi hermana o con mis amigas, a quienes no podía ver. Admiraba a los escritores que leía, y a mi madre que siempre fue una estupenda contadora de historias. Considero muy importante la tradición oral, tanto como las lecturas para mi formación y aprendizaje. ¡Ah! También quería ser profe, y eso sí lo conseguí. Lo de bailar y cantar, quedó limitado a las cuatro paredes de mi casa, pero no creas, sigo haciéndolo, ya sin subirme en ningún arcón.
P.F.B.: La tradición oral es muy importante y me encanta cuando dices que tu pasión por escribir viene en parte por los cuentos que te contaba tu madre. Actrices secundarias es un maravilloso libro de cuentos que ha sido objeto de tesis en la Universidad Ca´ Foscari de Venecia; cuatro de los cuentos que integran este libro han sido traducidos al italiano. Cuéntanos cómo nació el libro, tu proceso de escritura, publicación, y cómo llegaron tus cuentos a Venecia.
P.G.D.: Empecé aprendiendo y trabajando el cuento, el relato, en los talleres de escritura de la Universidad de Cádiz que imparte la escritora, María Alcantarilla. Ella fue realmente la que me animó a publicar y a sacarlos fuera. Así reuní el volumen, encontrando como hilo conductor la música y que todas son historias de mujeres. Siempre he pensado que los personajes secundarios tienen mucho que decir, y además en este caso, mis actrices son las verdaderas protagonistas de las historias del libro que al fin y al cabo es un espejo de la vida real. Esas mujeres que hacen el día a día, y que muchas veces pasan desapercibidas. Lo de la tesis fue una sorpresa maravillosa para mí. Una mañana me llamó Beatriz, antigua coordinadora de mi editorial, Ediciones del Genal, para pedirme permiso y poder dar mi número de teléfono a un estudiante italiano que quería ponerse en contacto conmigo. Recuerdo que me dijo: Tenemos una buenísima noticia, y así, de esta forma, Alessandro Ius, el autor del trabajo, me llamó y me contó que había estado en la casa del Libro buscando un libro de relatos y le recomendaron Actrices secundarias entre otros. Así empezó la aventura. Se lo llevó para leerlo. Le gustó mucho y vio que de ahí podía salir el trabajo que quería hacer. Quería mi teléfono para pedirme permiso, y bueno, yo solo puedo estarle agradecida. Tradujo cuatro cuentos al italiano, e hizo un trabajo encomiable de lingüística, comparando expresiones, modismos y palabras sueltas en los dos idiomas. Un trabajo nada fácil que yo, como filóloga y traductora, valoro el resultado y es buenísimo. Después me mandó la tesis que guardo como oro en paño con idea de que algún día podamos hacer algo los dos juntos. Traducir el libro entero y publicarlo en italiano. O al menos, presentar su precioso trabajo aquí, en España. Ya lo teníamos hablado pero surgió la pandemia y no se pudo. Me encantó leer a Mildred en italiano. Fue algo realmente precioso. Y bueno, allí están esas “actrices secundarias” en la Universidad de Venecia, como trabajo científico, para siempre. Muy agradecida a Alessandro Ius.
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Siempre he pensado que los personajes secundarios tienen mucho que decir
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P.F.B.: Qué maravillosa historia, Puri. Ojalá podáis hacer algo juntos y presentar el trabajo de Alessandro Ius. Y me encantaría ver tu libro traducido entero al italiano. Ver tus libros en otras lenguas, muchos lectores estarían encantados.
La raíz de la memoria es una novela con muy buenas críticas. Yo me lo leí de una sentada, si empiezas no puedes dejar de leer. Es un libro con mucha luz, te transmite calma y serenidad. Un libro sanador. Gracias por escribirlo. Te confesaré que de tus libros he sacado frases memorables que anoté como pequeños tesoros, como palabras aladas, que transmiten sabiduría y están llenas de sensibilidad. Me gustaría saber ¿Cómo fue el proceso de escritura? ¿Cómo se te ocurrió la historia? Háblame de Alda y de tu amiga Mildred, a la que has rescatado para incluirla en tu novela. ¿Cómo surgieron estos personajes? ¿Cuánto tiempo te llevó escribirla?
P.G.D.: Bueno, muchas gracias, Pilar, por tus palabras. El proceso de escritura de la raíz de la memoria fue como escribir un cuento tras otro pero siguiendo una trama. Lo disfruté muchísimo. Algo trabajado a fuego lento, sin prisas y muy pensado. Me llevó un año y un par de meses. Me refiero a muy pensado porque quise que fuera un trabajo donde se pusiera de manifiesto el valor de la amistad, esa que nos salva. La amistad que está, no solo en los momentos de disfrute, sino también en los momentos más agrios que la vida nos presenta algunas veces, y de esa forma también trato el tema de la enfermedad como superación, algo que tenía en mente. Y así fue el comienzo, casi como un cuento que poco a poco empezó a tomar forma de novela, encontrando una trama, trenzando subtemas como el papel de la familia, las relaciones de pareja, el abandono, los silencios, muy importantes en el libro, en mí, y en el proceso de creación del mismo. Los personajes fueron entrando a medida que avanzaba la historia, no siempre de forma fácil. Sabes que tallar a nuestros personajes conlleva un caudal de emociones fuerte porque nos ponemos en su piel y es entonces cuando te diviertes, pero también sufres, porque llegas a sentir como ellos, porque los llevas a tu lado, viven contigo en tu casa, y te acompañan hasta en sueños. Es un trabajo apasionante ese de ir modelando a cada uno de ellos y al final hacer que las piezas encajen para que la historia resulte creíble, porque al lector no podemos engañarlo jamás. Y en cuanto a Mildred, surgió en mi primer libro, Actrices secundarias, y se ha convertido en un personaje entrañable para mis lectores y para mí. Recuerdo que escribí por primera vez la historia de Mildred, la que abre el libro de relatos, en una de esas noches de insomnio tan mías y bueno, creo que gusta tanto porque es un poco todas nosotras, tiene un poquito de todas. De hecho, también aparece en el malestar de la felicidad, mi último libro, por alguno de los cuentos. Es una gran amiga mía en la ficción.
P.F.B.: Sí, qué personaje más acertado, todos quisiéramos tener una amiga incondicional como Mildred. Y qué bien contado tu proceso de escritura, leerte es un aprendizaje.
Me encantan los títulos y las portadas de tus libros ¿Cómo elegiste ambas cosas?
P.G.D.: El título de un libro y la cubierta son tan importantes casi como todo su interior. Tienen que llenarnos, que hablar de la historia que hay dentro, y tenemos que saber defenderlo muy bien. Es curioso pero me costó mucho elegir el de los dos primeros. Hacía listas y las iba borrando. Preguntaba a las personas que me habían leído, y les pedía opinión. Pero, cuando llega el tuyo, lo sabes. Este último, El malestar de la felicidad, un libro de relatos, llegó por una lectura, concretamente, Los hermosos años del castigo de Fleur Jaeggy. Y lo tuve clarísimo, incluso antes de cerrarlo. Sobre las cubiertas en concreto, en la de La raíz de la memoria quería una casa con la fachada azul y jacaranda. Tenía unas fotos hechas por mí, pero eran de muy baja calidad, así que es de la web, libre. Con Actrices, quería una mujer tranquila y con la espalda erguida. No la quería de frente, no quería rostro, ya que son relatos todos con voces femeninas diferentes y no quise condicionar al lector, pero sí que estaba segura de que necesitaba la espalda de una mujer, derecha, fuerte, que pudiera soportar el peso de la vida, del día a día y el de las emociones, que no son pocas las que cargamos.
P.F.B.: Y qué razón tienes, las portadas hablan de tus libros. En Actrices mujeres con la espalda erguida y valientes. En La raíz de la memoria esa casa azul con la que todos hemos soñado y esas jacarandas que seducen durante todo el libro. Y con el Malestar de la felicidad, tu libro recién publicado, el cuadro de la portada, del pintor August Macke, crea la atmósfera adecuada para el contenido de los cuentos más personales.
Hay temas que se repiten en tu escritura: muerte, dolor, familia, enfermedad, duelo, amor, desamor, amistad, empatía... ¿Cómo eliges los temas de tus libros?
P.G.D.: Creo que son los temas los que me eligen mí, Pilar. No soy muy consciente cuando me pongo a escribir, pero los temas recurrentes siempre tienen relación con la vida cotidiana, con el día a día, con nuestro interior; al fin y al cabo los temas son los mismos en todos los que escribimos. No inventamos nada. Los temas en literatura están todos ya inventados y escritos, como bien sabes tú, y solo hay que buscar la forma de contarlos. Es ahí donde radica la diferencia: en la forma, el modo y la voz.
Siempre aprendo de mis personajes
P.F.B.: Es verdad, decía Borges que él no buscaba los temas sobre los que escribir, sino que dejaba que los temas le buscaran a él. Está todo inventado, pero ya nos recordó Cristina Fernández Cubas que hay tantas miradas como escritores. Quizá haya que aprender a mirar para aprender a escribir.
¿Qué lecturas recuerdas como las que te marcaron en el pasado y han tenido que ver con Purificación escritora?
P.G.D.: De pequeña tengo una muy especial, entre tantas, porque es difícil, pero de los cuentos de Ana María Matute me marcó, Paulina. Después en la adolescencia, con 15 años, recuerdo que mi madre me dio a leer Mujercitas, Cumbres borrascosas y Jane Eyre. Estas dos últimas luego las leí en mis años de estudiante en Filología inglesa. Ahí, en ese periodo me empecé a interesar por la literatura inglesa del siglo XIX. Recuerdo que nos pasamos un trimestre con Wilde, Austen y Las hermanas Brönte. También leímos To the Light house, de Virginia Woolf y A room of one’s own. Y así seguí… Leí y releí a los clásicos, ahora leo mucho cuento, novela corta. A los contemporáneos. Me encanta Cristina Fernández Cubas, Munro, Releo a Berger, Adoro a Isabel Bono, a Marta Sanz, Sara Mesa, Jane Smiley, Didión, Aly Smith, Sara Stridberg, Agota Cristoff… Nuestra Rosa Montero, Dolores Reyes, Ariana Harwick, y siempre Clarice Lispector. Leo mucha poesía, esa nunca me falta. Adoro a Whitman, a Machado, a Emily Dickinson y descubro a Valeria correa Fiz. No acabaría nunca Pilar. No podría escribir sin leer. Necesito siete vidas.
P.F.B.: Qué tiene la literatura inglesa del XIX, que subyuga a muchos lectores, entre los que me incluyo. Te diré que coincidimos en muchos autores y en esa reflexión: no se puede escribir sin leer. Y sobre Clarice Lispector, que es una de tus escritoras de cabecera, te diré que tienes mucho en común: los temas, ese estilo tuyo entre la prosa y la poesía, llenar de luz los detalles y objetos cotidianos, escribir en primera persona…, por citar algunos. Tú eres mi Lispector. Aunque tú ya tienes un nombre con mayúsculas en la escritura.
¿Crees en el poder catártico de la escritura? ¿Te enseña algo sobre tu propia personalidad?
P.G.D.: La escritura nos salva, igual que una buena amistad. Nos libera, igual que la lectura, nos hace ponernos en la piel de nuestros personajes, modelarlos, por ahí, podemos en ficción intentar cambiar lo que no nos gusta y mostrarlo. Viajar o vivir donde nos apetezca. Es pura catarsis, y a veces, afortunadamente, nos hace olvidar la realidad que vivimos; otra, sin embargo, nos hace sufrirla más. Es apasionante. En cuanto a lo que me enseña, te diré que siempre aprendo de mis personajes. Por ejemplo, Alda en La raíz de la memoria, me ha enseñado a vivir mejor. Por otro lado, siempre vamos dejando trazas de nosotros por algunos de los rincones del papel, en los espacios que describimos o en algunos personajes, hasta en los objetos. Cómo estos pueden llegar a ser aliados nuestros cuando escribimos o convertirse en nuestros peores enemigos.
P.F.B.: El escritor francés Sergi Pàmies dice que la función catártica es la de escribir, no lo que escribes. El debate estaría servido. Pero creo que viene a confirmar lo que has dicho: la escritura nos salva y en eso coincido plenamente.
¿Lees mucho? ¿qué tipo de libros lees más ahora?
P.G.D.: Leo muchísimo. Además, soy una insomne crónica y aprovecho esas horas de desvelo para escribir algo y leer. No podría escribir sin leer. Leo cuento, novela, y también me encanta leer poesía. Ahora leo a autoras mayoritariamente contemporáneas. No podría elegir, son muchas, pero sí podría decirte los que tengo ahora en mi mesa: Clarice Lispector, Queridas mías. Los secundarios, de Isabel Bono; El invierno a deshoras, de Valeria Correa Fiz; Las listas del pasado, de Julie Hayden; Nadie me llevará flores, de Andrea Centeno; Nosotros Los Casetras, de Aurora Venturini; La loca de la puerta de al lado, de Alda Merini. Los años, de Annie Ernaux. Dos vueltas al último libro, de Rosa Montero y El peligro de estar cuerda. Es magnífico.
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El proceso de escritura de la raíz de la memoria fue como escribir un cuento tras otro, pero siguiendo una trama. Me llevó un año y un par de meses. |
P.F.B.: Tu mesa contiene verdaderos tesoros literarios. Verdaderamente eres una escritora que lee. Reverte llamó osados y farsantes a los que pretendían escribir sin leer. Que haberlos, haylos.
¿Qué significa internet y redes sociales para ti? ¿te condicionan como escritora las redes sociales?
P.G.D: Las redes sociales son una bendición y a su vez una locura. Las necesitamos para mover nuestros libros, para estar en contacto con nuestros lectores y maestros, para invitar a un acto, para informarnos de noticias, pero nos quitan mucho tiempo y ya sabes que no podemos multiplicar las horas. Pero bueno, gracias a las redes nos comunicamos y estamos en contacto con amigas, amigos que están lejos y que de otra forma, no nos sería posible. Gracias a las redes nos conocimos, Pilar, y desde entonces somos muy buenas amigas y ¿no es eso una suerte? Así que, a pesar de toda la falta de tiempo, es estupendo que estén ahí y podamos usarlas bien.
P.F.B.: Qué razón tienes, estamos aquí gracias a las redes sociales. Y eso es una suerte porque hemos creado un vínculo precioso de amistad.
¿Has asistido a talleres literarios? Crees que es importante acudir a ellos para aprender a escribir y estar al día en técnicas y demás vericuetos o no es necesario. Qué te han aportado. Si te atreves, escribe el nombre del taller que más te ayudó. Y, a tu entender, ¿Hay un momento para dejar de asistir a talleres literarios? Si es así, ¿cuándo hay que dar ese paso?
P.G.D.: Yo he asistido y asisto a talleres literarios porque creo que siempre debemos estar aprendiendo. No sé, por qué, en otros trabajos se considera “imprescindible” estar al día y en esta labor de escribir ni se plantea. El ejemplo más claro es en medicina. Un médico que se acomode y no esté al día en las nuevas investigaciones o en tratamientos innovadores o medicamentos nuevos, nunca podrá ayudar a un paciente. Es un mal profesional. Sin embargo, en la escritura se tiende a pensar que todo nos viene dado por un don o algo así. Y ¡no! Es exactamente igual que en otros trabajos. En los talleres literarios son interesantísimas las lecturas que hacemos, de ellas aprendemos diferentes técnicas y si no, se analizan obras que en un momento dado nos ayudan a mirar desde distintos puntos de vista nuestros escritos. Aprendemos a analizar textos, pero no como yo hacía comentarios literarios en la carrera, como lectora; sino como escritora. Aprendemos a mirar lo que escribimos nosotros y a dejar que los compañeros opinen. Todo eso es un enriquecimiento que yo no quiero dejar de tener. Sí que hay etapas en las que, por trabajo, no podemos seguir el ritmo, descansamos, pero no está mal retomar.
P.F.B.: Qué interesante lo que dices y me parece muy importante tu reflexión. Tengo la suerte de compartir taller contigo y con otros compañeros de escritura. Es muy enriquecedor y también divertido hablar de literatura. He aprendido mucho en las clases de escritura, de los compañeros, de ti… Y sobre todo es divertido leer y escribir juntas.
Eres de Málaga y vives en Cádiz, ¿crees que, de alguna manera, eso ha influido en tu escritura?
P.G.D.: Sí, estoy segura de ello. Echo de menos mi tierra, siento nostalgia o echo de menos a mi familia y escribo. Me acuerdo de lugares, describo espacios, olores, sensaciones que tengo en mis sentidos. Es paradójico, porque cuando paso el verano allí, en Málaga, recuerdo a Cádiz y me ocurre exactamente lo mismo. Echar de menos es un poco como el hambre, decía Clarice. Pues igual. Al fin y al cabo, la sensación de sentirte extranjera, a veces, existe. O el sentido de pertenencia. Pues ya, me siento de los dos lugares, aunque mis raíces están en tierras malagueñas y allí quiero volver.
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No podría escribir sin leer. Necesito siete vidas. |
P.F.B.: Te entiendo perfectamente. En el fondo también es enriquecedor.
¿Tienes alguna manía a la hora de escribir? ¿Alguna rutina establecida o te basas en la inspiración del momento? ¿Necesitas silencio para escribir, música, un lugar concreto donde enclaustrarte?
P.G.D.: Tengo muchas manías, jajaja. Suelo escribir por las mañanas muy temprano o por las noches aunque, a veces, sobre todo cuando estoy fuera de mi casa, salgo de viaje, o simplemente doy un paseo, si me llama algo la atención lo anoto o lo grabo. A veces surge así. Otras veces me cuesta más y me ayuda apoyarme en una fotografía, o ver una película. Pero siempre trabajando, la inspiración es ponerte a trabajar a diario y si no escribes, pienso sobre todo qué voy a escribir y vas madurando la idea en la cabeza; después, la vuelco en el papel. La verdad es que siempre andamos dando vueltas a posibles ideas. No puedo escribir con música, con ruido. Necesito silencio y soledad. Necesito la música en mi vida tanto como la lectura, pero solo oigo música, sin más. Igual que cuando leo. Otra forma de alimentar nuestra escritura, necesaria y casi obligatoria. Tengo mi espacio para escribir en casa. Siempre el mismo sitio y escribo a mano. Guardo mis libretas y mis manuscritos ordenados por fechas. Colecciono citas que ordeno por autores, que voy señalando cuando escribo. Otras por temas. Estudio mucho los nombres de los personajes, otra manía… Cuando empiezo un nuevo libro, siempre lo hago en un cuaderno nuevo en el que señalo fecha y hora… y así.
P.F.B.: Me gusta tu rutina cuando empiezas una historia. Comenzar un cuaderno nuevo es alentador y será todo un descubrimiento. Reconozco que ese contacto físico con el papel a la hora de escribir es algo mágico. Yo soy de escribir en el ordenador, aunque tomo notas en cuadernos. Escuchándote, me parece que me estoy perdiendo esa relación emocional con la escritura.
¿Vives la soledad del escritor? ¿A quién das a leer tus obras, como lectores, para ver si funcionan?
P.G.D.: Pues no sé si la soledad del escritor, pero me encanta pasar horas a solas con mi papel, con mi ordenador. Nunca me siento sola cuando escribo, la escritura es una amiga estupenda, y nos acompaña igual que los libros y yo la necesito. Cuando acabo un trabajo se lo doy a leer a mis hermanas las primeras (que son muy críticas conmigo) y a mi marido. A mi hijo. Y a algunas amigas que sé que siempre me van a decir la verdad y son muy buenas lectoras, como por ejemplo tú.
P.F.B.: Siempre es un honor leer tus textos. Logras que nos metamos en las tramas y amemos a tus personajes. Construyes las historias desde la cercanía, lo que produce un efecto de intimidad.
¿Cómo es tu proceso de corrección?
P.G.D.: Duro, largo porque nunca parece acabar. Doy vueltas y vueltas una vez y otra. Siempre me parece pronto para entregarlo a la editorial. Independientemente, me parece importantísimo y un proceso necesario para entregarlo lo más limpio y pulido posible, aunque siempre quedan erratas y en las pruebas de imprenta te repites: cómo no vi esto o lo otro. También llegan las dudas en cada relectura, te gusta menos, o te invade un miedo terrible, al menos a mí. Ese temor de dejar algo que lleva un tiempo largo contigo y dejarlo en manos ajenas, es como lanzarte la vacío. De hecho, cuando el libro está en la calle, ya no te pertenece. Ya pertenece a los lectores. Al fin y al cabo es de nuevo, el desapego. Pero el proceso de corrección es tan importante como el de creación, Pilar.
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Mildred, surgió en mi primer libro, Actrices secundarias, y se ha convertido en un personaje entrañable para mis lectores y para mí |
P.F.B.: Te entiendo perfectamente, y ponerle el punto final a un trabajo es una tarea ardua. Dice Cecilia Maugeri que el problema está cuando queremos empezar corrigiendo o cuando la corrección se convierte en un vicio. Ahí tenemos la traba asegurada. Mea culpa, algunas veces me ha pasado. Coincido contigo en que después las historias no nos pertenecen. Lo explicas muy bien: el desapego. Pienso que en cierta manera nos libera.
¿Cuál es tu ambición como escritora? ¿Adónde quieres llegar?
P.G.D.: Quiero seguir disfrutando del camino y aprendiendo. No sé qué es llegar, creo que nunca se llega, si no, ¿qué haces? Seguir escribiendo, esa es mi ambición.
P.F.B.: Te felicito, porque la estás cumpliendo.
¿En qué proyecto estás trabajando ahora?
P.G.D.: Estoy trabajando en una novela, a ver qué sale. Sigo con los compromisos de difusión de El malestar de la felicidad, y eso me ocupa mucho tiempo, pero es otra fase que cuando publicamos, debemos cumplir. Es también un compromiso con la editorial.
P.F.B.: Sí, porque además de escribir y publicar están esos compromisos con la editorial y con tu libro, y ¿por qué no? con tus lectores. Es un trabajo añadido.
¿Qué libro te gustaría escribir?
P.G.D.: La biografía de mi madre.
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El proceso de corrección es tan importante como el de creación |
P.F.B.: Qué alegría me das, es un libro que estoy deseando que escribas, ella se lo merece. Tú te lo mereces. Tienes material suficiente y tu madre será uno de esos personajes que amaremos hasta el infinito y más allá. Y te digo más, harías felices a tus lectores. A mí me harías feliz.
¿Tienes algún consejo para los que desean fervientemente ser escritores?
P.G.D.: No me gusta aconsejar y menos en estos temas, pero creo que leer mucho, corregir más, observar siempre, ser una persona muy curiosa y formarse.
P.F.B.: Pero es una gran recomendación, con la que estoy totalmente de acuerdo. Decía Jules Renard que cuanto más se lee menos se imita.
Qué género te gusta más: cuento, novela… Y por qué.
P.G.D.: El cuento me crea más tensión al escribirlo, tiene que estar todo medido en muy poco espacio y tener mucho cuidado con manejar bien la elipsis para sugerir lo justo sin desvelar nada, repito, todo en muy poco espacio, aunque es apasionante. Me enseña a ser concisa, a acortar cuando escribimos demasiado, a medir, a contar con pocas palabras. La novela te da más espacio y libertad para escribir, igualmente, sigue siendo apasionante. Te da más opción a jugar con los personajes por la propia extensión del género, a disfrutar moviéndolos como las piezas de un puzle para que todo case al final, pero disfruto mucho con los dos géneros, igual que disfruto leyendo novela y cuento.
P.F.B.: Decía Cortázar que la novela es un juego literario abierto que puede desarrollarse al infinito y el cuento es todo lo contrario: un orden cerrado.
¿Sobre qué personaje real te gustaría escribir un libro, y qué personaje te gustaría parir?
P.G.D.: Totalmente de acuerdo contigo. Géneros distintos y cada uno hay que trabajarlo en su justa medida. En cuanto a personajes reales, tengo pendiente rehacer la biografía de mi madre que es apasionante y parir, pues ahora mismo, este que estoy intentando tallar, que no me está resultando nada fácil, pero me gustan los retos.
P.F.B.: Estaremos pendientes de esa biografía sobre tu madre. Y deseando saber mucho más sobre ese personaje de ficción que estás esculpiendo. Como lectora de todos tus libros, es una gran noticia.
¿Tienes alguna anécdota que te gustaría contar y que tenga que ver con la escritura?
P.G.D.: Hay muchas, pero sobre todo esas coincidencias que encuentras cuando tu libro está en la calle y te dicen: esto mismo me ha pasado a mí, con la misma edad de su personaje y he sentido igual que usted ha contado en su libro. Esas coincidencias mágicas de la escritura. O esa Alda que yo veía desde mi ventana cada mañana y me fue guiando para tallar mi personaje en La raíz de la memoria, sin saber nada de ella ni conocerla. Cuánto aprendemos de nuestros personajes, cuántos nos enseñan, es increíble. Nunca imaginé las coincidencias que puede entrañar la escritura.
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La escritura nos salva, igual que una buena amistad |
P.F.B.: Qué bonito lo que dices, esas coincidencias mágicas de la escritura.
¿Cuánto tiempo diario le dedicas a la escritura? Prefieres por la mañana o por la tarde… ¿Si no hay constancia no hay escritor, si no hay lectura ni hay esfuerzo tampoco? ¿Qué crees que es lo más necesario para ser escritor?
P.G.D.: No cuento el tiempo, pero prefiero claramente por la noche, ya tarde. Duermo muy poco y es esa hora en la que la ciudad duerme cuando yo “vigilo” y escribo. O bien, por la mañana, muy temprano, pero normalmente coincide con las madrugadas. A veces, de hecho, me duermo y si me despierto, me levanto y escribo también, o anoto un sueño. Creo que un buen escritor debe reunir ante todo, constancia y esfuerzo. Ser observador, no perder nunca la curiosidad y por supuesto: trabajo, más trabajo y mucha lectura. No podría escribir sin leer, es lo que nos nutre. Es la crema que te pones a diario en las manos o en el cuerpo para que no se te seque la piel y no se agriete. No concibo que un buen escritor no lea. No creo en el “don” del escritor, creo en el trabajo y en la dedicación que prestamos a la escritura. Claro está, te tiene que gustar y ahí estamos, aprendiendo siempre.
P.F.B.: Me quedo con esa imagen tan potente de la lectura, como crema que te pones a diario para que no se seque la piel.
¿Cómo es el proceso de escribir y publicar? Editoriales, espera…
P.G.D.: Muy difícil, no es fácil que te lean cuando publicas tu primer libro, a veces, muy injustamente quedan obras buenísimas sin encontrar una editorial que las quiera. Penoso. Luego, si lo consigues, prepárate para mover el libro tú, si no, es muy difícil que tu libro tenga al menos un poquito de proyección. Yo he tenido suerte. Mi editorial me abrió una colección con La raíz de la memoria, Colección Chaya, que engloba mis otros libros, y fue un detalle precioso por su parte hacia mí. Me siento muy bien mirada, pero no siempre ocurre eso. Incluso muchos autores y autoras estupendos están auto publicando, opción que no es tan descabellada, aunque no esté “bien visto”, pero hay muy buenos autores en ese grupo que cada día crece.
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Lo de escribir lo veía algo necesario para mí, algo natural |
P.F.B.: Me encanta cuando dices que te sientes bien mirada con tu editorial. La verdad es que has publicado todos tus libros con Ed del Genal y todos ellos tienen un gran acabado. Cuando pienso en ese proceso, después del esfuerzo que supone la escritura, me parece que la publicación es como entrar en un túnel sin saber si a la salida encontrarás alguna luz.
Háblanos de tu último libro.
P.G.D.: Acabo de publicar como ya sabes El malestar de la felicidad, libro de relatos. Está en la calle desde primeros de octubre y por ahora, contenta, muy contenta y muy agradecida a las personas que me leen. Ya he presentado en Málaga, Cádiz y para primavera Madrid, Gijón… poquito a poco dando pasitos. Está gustando y el feedback está siendo excelente, así que no puedo estar más agradecida a todos.
P.F.B.: Doy fe del éxito de tu libro El malestar de la felicidad y la buena acogida que ha tenido entre los lectores. Cuando comencé a leerlo no pude parar hasta terminarlo, como me ha pasado con todos tus libros. Leo en la página de la librería Proteo: de nuevo, Purificación García Díaz nos invita a viajar con mucha sutileza hacia ciertas emociones olvidadas. Y la verdad es que nos identificamos con tus personajes y abrimos la puerta a las emociones que tienen que ver con los vínculos familiares y con la condición humana.
¿Quieres añadir algo a esta entrevista?
P.G.D.: Bueno, decirte que me ha encantado conversar contigo, darte las gracias por tu interés y cariño y decirte que para mí es un honor estar en tu ventanadieléctrica. Unas páginas interesantísimas, como todos tus trabajos.
P.F.B.: Muchas gracias, el gusto ha sido mío. Creo que los lectores te conocerán un poco mejor y, como yo, estarán a la espera de esa maravillosa biografía y todas tus novedades literarias. Aquí las esperamos, en esta ventana, tu casa a partir de ahora. Gracias por las palabras que le has dedicado.
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Alda, en La raíz de la memoria, me ha enseñado a vivir mejor
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En privado 📌
1. Un libro: Alicia en el País de las Maravillas de Lewis Carroll
2. Un color: Azul
3. Una ciudad: Lisboa
4. Una canción: Aquella pequeñas cosas de J.M. Serrat
5. Una película: La vida es bella de Roberto Benigni
6. Un recuerdo: El nacimiento de mi hijo
7. Una mascota: El perro
8. Un coche: Uno que tenga cuatro ruedas y no me deje tirada.
9. Una estación: Atocha
10. Un sueño: Que no existan las guerras
11. Un animal: El delfín
12. Una compañía: Un libro
13. Si pudieras... Despedirme de mi padre, porque no pude hacerlo cuando se fue.
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