Me tiré sobre las mantas,
abrí los brazos y cerré los ojos.
Solo una prueba más, me dijiste,
una prueba de amor.
Y yo acepté.
La norma era no verte,
pero brotó una jaula dentro de mi cuarto,
unos grilletes invisibles,
una guerra en mis entrañas.
Me negué a comer,
bramé palabras que surgían del infierno,
arrojé dardos sobre la foto de tu cara.
Me volví loca
o eso me dijiste aquel día
cuando me atreví a buscarte:
tu mano en el hombro de otra
y hacia mí un mohín de queso azul…
Ese día entendí tu ley
y ya no necesito transgredirla.
Búscate otra mujer piedra.
Búscate otra mujer piedra.
©Pilar
Fernández Bravo
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