martes, 28 de octubre de 2014

Ella o la gloria de un instante





Donde no hay recuerdo
no hay dolor…

Ella se esfuerza por abrir los ojos,
pero sabe que detrás de los párpados
vive una mujer que no es ella.
Balancea su mirada en la vieja cuchara
mientras mueve el caldo de una sopa
que no reconoce.
A veces, tararea una canción
que nace sin permiso
y el aire detenido se alimenta
de las notas que fluyen de su boca.
Escapa (casi siempre del sillón)
y recorre la memoria prendida:
la imagen de algún hijo,
unos árboles de copa alargada
troquelan el cielo sobre la montaña,
el sol la ciega en un parque,
su peine se desdibuja entre las manos,
alguna caricia frente al espejo, gotas de lluvia,
el olor a tierra mojada y el olor a pan,
una foto en la pared, una mesa camilla,
los niños jugaban en las calles,
las calles ahora están vacías…
Todo dura un instante, después
la mujer queda varada
en medio de sus dos orillas rotas, allí
donde las cosas perdieron su nombre.
Mañana, quizá, el mundo
le hará un guiño y ella volverá
a tener la gloria de un instante.

 ©Pilar F. Bravo






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